martes, 17 de mayo de 2016

Un poco sobre el boton de Windows

La cuestión, que en su día esbocé de pasada, es que al final hemos heredado una distribución de teclado que no era la más óptima para escribir, sino justo lo contrario.
Hace 148 años, cuando el audaz Sholes presentó la patente, lo hizo con la idea de complicar el trabajo de los operarios, adecuando la velocidad de escritura de éstos al “hardware” existente, aún muy limitado.
Es decir, que el teclado QWERTY que todos nuestros dispositivos tienen se ha impuesto como estándar no porque fuera el mejor, sino porque de hecho era adecuadamente inferior a las alternativas, y esto evitaba que las agujas de las máquinas de aquel entonces se enganchasen.
Ha sido a fuerza de adoctrinamiento que la sociedad ha terminado por aceptarlo, y pese a que a día de hoy, incluso en teclados mecánicos, no existe dicha limitación, el que prácticamente todos los usuarios nos hayamos habituado a su deficiente diseño hace que sigamos utilizándolo.
A la distribución QWERTY, por cierto, se le han ido añadiendo más funcionalidades, y una de ellas me anima a escribir este artículo.
Prácticamente todos los teclados (tanto periféricos como aquellos incluidos dentro de convertibles y portátiles) que se venden en el mercado llevan un botón con el logotipo de Windows. Lo cual no deja de ser anecdótico, porque generalmente estos dispositivos pueden usarse con cualquier otro sistema operativo.

 software frente al hardware


En el último email que enviaba a los miembros de la Comunidad, les recomendaba echar un ojo al artículo que Times ha publicado sobre los 50 gadgets más influyentes de la historia (EN).
Apple, Sony, Nintendo y hasta Google (un poco forzada esta última, todo sea dicho :)) salen en alguna que otra ocasión. Sin embargo, Microsoft no aparece por ningún lado.
Quitando el hecho de que la lista es profundamente subjetiva (no puede haber objetividad en un listado de influencia), lo cierto es que la lectura me lleva a pensar en la intrascendencia del software frente al hardware, pese a que está claro que el uno no puede vivir sin el otro.
Parece que, si echamos la vista hacia atrás, nos vienen a la mente productos tan redondos en su tiempo como el diskman, el iPhone o la NES, y sin embargo, obviamos lo que supuso MS-DOS, Windows 98 Segunda edición o Linux, al no estar asociados éstos a un elemento físico específico.
Ni siquiera en casos tan cerrados como el propio sistema operativo de Nintendo o el de Apple, se habla del propio software, sino más bien se alude a aquel hardware con el que empezó todo.
La estrategia seguida por esa Apple después de la vuelta de Steve Jobs (recordemos que antes, Apple había licenciado su SO a otros clónicos), o por Nintendo, negándose a licenciar su software e integrándolo como valor añadido a sus dispositivos, quizás sea entonces la ganadora, pese a que IBM o Microsoft hayan dejado su sello en la historia, dibujando un presente que sin lugar a dudas jamás hubiera sido el mismo sin su presencia.
Así, me planteo que quizás esa imposición que vemos en cualquier teclado con la tecla incluida de Windows, en cualquier torre o portátil con la dichosa pegatina (que no se va aunque le eches ácido encima) de Windows 8 o Windows10 o de la versión que sea, no deja de ser un movimiento más por acercar el testigo (y la importancia) que el software tiene.
El problema radica entonces en por qué, habida cuenta de que distribuciones como Ubuntu empiezan a ofrecerse habitualmente como alternativas a la hora de comprarse un ordenador, la industria sigue ejemplificando ese supuesto recordatorio con el logotipo de un sistema operativo en particular, y no un botón algo más genérico.
Pasaría igual que esa pretensión que tiene Google de que a partir de ahora, todos los dispositivos que lleven Android incluyan su sello junto al del fabricante.

autor: Pablo F. Iglesias es Analista de información en Nuevas Tecnologías y Seguridad Informática

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